Algunas personas me han pedido alguna recomendación de lectura para estos días de vacaciones, en vista de lo cual aprovecho para hablaros de tres libros que os ayudarán a situar el contexto histórico, social y cultura de las épocas en la que nos adentramos. Fascinante pero compleja: Renacimiento y Barroco. Imperio y decadencia, luces y sombras, Reforma y Contrarreforma, equilibrio e inestabilidad, pureza y abigarramiento...
El hereje, de Miguel Delibes: «Cipriano tendió la mirada sobre la plaza moviendo también la cabeza para no perder el eje de visión y comprobó que los informes de Dato se habían quedado cortos. La mitad de la plaza se había convertido en un enorme tablado, con graderíos y palcos, recostado en el convento de San Francisco y dando cara al Consistorio adornado con enseñas, doseles y brocados de oro y plata. La otra mitad y las bocacalles adyacentes se veían abarrotadas por un público soliviantado y chillón que coreó con silbidos el desfile de los reos ante el Rey. [...] El público rebullía inquieto y expectante. Paso a paso el auto había entrado en la fase dramática que esperaba [...]. Don Carlos hizo un ademán de aceptación con una reverencia deferente y simuló retirarse en compañía del familiar, pero, una vez a la altura del palco real, se detuvo, se encaró con el Rey, hizo otra pequeña venia y dijo con una punta de ironía: "¿Cómo permitís, señor, este atentado contra la vida de vuestro súbdito?" A lo que Su Majestad replicó pronto frunciendo el ceño: "Si mi hijo fuese tan malo como vos, yo mismo apilaría la leña para quemarlo." Más por sus modales que por sus palabras, que no alcanzaron los oídos de la mayoría, el pueblo, que despreciaba la dignidad, abucheó al preso, le afrentó. [...] Le llamaban hereje, pelele, viejo loco, mas él lloraba y, en ocasiones, sonreía al referirse a su destino como a una liberación. Las mujeres se santiguaban e hipaban y sollozaban con él, pero algunos hombres le escupían y comentaban: ahora tiene miedo, se ha ensuciado los calzones el muy cabrón.»
Bomarzo, de Manuel Mujica Lainez. Es un poco largo, pero os recomiendo su lectura. Si no es ahora, más adelante. Una joya. De las de aplaudir de rodillas tras su lectura, ya sabéis. Y, cuando vayáis a Italia, no dejéis de visitar el Bosque de los Monstruos del que se habla en el libro. Existe, sí.
«¿Qué significaba ese retrato? ¿Qué me enseñaba? Empinado ante el altar, me esforzaba yo por interpretar su símbolo. ¿Quería decir que, frente a la verdad que creemos poseer como única, existes otras verdades; que frente a la imagen que de un ser nos formamos (o de nosotros mismos), se elaboran otras imágenes, múltiples, provocadas por el reflejo de cada uno sobre los demás y que cada persona [...] al interpretarnos y juzgarnos nos recrea, pues nos incorpora algo de su propia individualidad, de tal suerte que cuando nos quejamos de que alguien no nos comprende, lo que rechazamos, no reconociéndolo como nuestro, es el caudal de su esencia más sutil [...]»
Y, por último, las Aventuras del capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, de las cuales podéis escoger entre siete títulos: aquí.
Agustín Díaz Yanes dirigió una película en la que ofrece su versión de la primera novela. Os dejo un fragmento en el que el capitán Alatriste aparece nada más y nada menos que con don Francisco de Quevedo (muy en su papel, por cierto).
Y otra escena en la que podemos atisbar la crisis del XVII, inicio de la decadencia del Imperio, y sus consecuencias. Los Tercios combaten contra el ejército francés...
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